Promovida por el neoliberalismo salvaje que hoy impera, la nueva ley educativa sólo se fija en competir. Eso es lo que piden de las trabajadoras y trabajadores las empresas y qué mejor que empezar a hacerlo desde el principio.
En realidad, mantener las escuelas e institutos como una bonita ensoñación en la que todo el alumnado es igual o promover el valor de la equidad en que se basan los Derechos Humanos es una soberana tontería en este mundo desigual por naturaleza. Mejor entender bien desde tu etapa escolar dónde estás, qué se espera de tí y hasta dónde puedes llegar que pensar que cada persona (ah, qué hablamos de personas!) tiene distintos procesos madurativos y que una dificultad, la que sea, con diez o doce años no tiene porqué suponer que más adelante no se desarrolle una mente brillante. Aquí viene bien recordar la anécdota que se cuenta de Albert Einstein, cuando en su etapa juvenil un profesor le recomendó que abandonase el instituto porque nunca conseguiría nada. De la fantástica capacidad para ver el futuro que tenía dicho profesor mejor no comento nada.
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